Los cuatro italianos varados durante 48 horas en la localidad peruana de Checacupe y rumbo a Copacabana, en el lado boliviano del lago Titicaca, pasan la noche en un hostal de Cuzco. Así lo denuncian compatriotas que se encuentran en América Latina en un largo viaje, dejando al país rehén de las protestas tras el fallido golpe de estado desde hace días. “La policía nos dijo que dada la situación no podemos seguir en el camino y cruzar la frontera con Bolivia y que la única alternativa es regresar a Cuzco”, dijo a La Stampa una de las cuatro niñas, Giulia Opizzi, según quien el traslado al albergue fue posible “gracias a la campaña de concientización realizada por la Embajada de Italia con la policía peruana”. Desde la noche, la Farnesina y la representación diplomática en Lima ya habían intervenido con la policía local.
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Junto a Giulia, 21, de Cesenatico, cocinera de profesión, están Martina Meoni, 25, camarera de Florencia, Federica Zani, 33, de Faenza, también empleada en un bar, y Lorenza Zani, 27, arquitecta de Lugo (Ravenna). “Aterrizamos en Lima el 28 de noviembre y continuamos nuestra gira por el país -continúa Giulia-. Luego abordamos un bus rumbo a la frontera boliviana para continuar nuestro viaje rumbo a Chile y Argentina”. Pero algo salió mal. El bus en el que viajaban los cuatro italianos, junto a turistas de otros países, entre ellos chilenos, estadounidenses, colombianos, argentinos, japoneses, quedó atascado en una cola de un kilómetro sin posibilidad de avanzar ni retroceder debido a manifestaciones y bloqueos organizados con tierra. y escudos humanos. “Hemos tratado de hablar con los manifestantes pero no se mueven. ¡Mucha gente se ha quedado sin dinero! Hay quienes dejan dinero en el baño para quien lo necesita. Dormimos en el autobús”, explicó Giulia.
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La policía llegó al lugar a última hora de la mañana, para tratar de resolver el impasse. Sólo había una decena de agentes en cinco coches de policía, explican turistas italianos, enfrentándose a un centenar de manifestantes y “no pueden hacer nada” para desbloquear la vía donde se ha formado una fila de 15 kilómetros de vehículos. De todas formas, la policía descartó que el convoy de vehículos pudiera continuar hacia la frontera y que la única alternativa fuera regresar a Cuzco de donde acababan de salir las niñas y esperar allí la reapertura del aeropuerto. Aunque la prefectura ha garantizado la seguridad de los turistas, la posibilidad de un regreso a la ciudad preocupa a Opizzi: “En Cuzco la situación no es segura, también hay fuertes protestas, hay mucho enojo entre la gente, rompen ventanas y ahí son enfrentamientos”. Solo la región de Cuzco, según las últimas noticias publicadas por la prensa interna, es una de las más calurosas, y no se sabe cuándo el aeropuerto local, cerrado por los disturbios, podrá volver a operar.
Los compatriotas aún tienen dinero disponible para comprar alimentos y agua, pero la falta de cajeros automáticos y la imposibilidad de pagar con dinero electrónico complica bastante la situación. “Hay gente que no tiene más dinero para comer, gente que no puede ir a su casa, que no puede coger un avión porque está cancelado, niños, no dejan pasar a sus hijos. Ambulancias y no tenemos sanitarios”. Julia continúa.
El caos en el Estado latinoamericano comenzó con el fallido golpe de Estado del expresidente Pedro Castillo, cuya detención desató protestas y manifestaciones incluso en zonas rurales. En algunos casos se han producido enfrentamientos con la policía por parte de las llamadas “patrullas campesinas”, o grupos de simpatizantes del expresidente que exigen la renuncia de Dina Boluarte, la vicepresidenta que tomó las riendas del país tras la detención de Castillo. Sobre todo, exigen la celebración inmediata de elecciones libres.
Las protestas dejaron al menos ocho muertos, cinco en Andahuaylas, uno en la provincia de Chinchero en Apurímac y un séptimo en Arequipa. La última muerte no ocurrió durante incidentes entre manifestantes y agentes, sino durante un intento de ocupación del Puente Chao en la provincia de Virú. El hombre fue asesinado por un objeto contundente, posiblemente una piedra. A la fecha, enfrentamientos y cortes de ruta afectan a 13 de las 24 regiones, mientras que el gobierno peruano ha declarado un estado de emergencia en todo el país que tendrá una duración de treinta días.
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