Diario de Chile – No abunda compromiso militante por elecciones, mientras la política ofrece nuevas perspectivas

Diario de Chile, segundo episodio. Estaba a punto de escribir que no se puede escuchar una mosca volando y sí, hubo un comienzo de una pelea entre los partidarios de José Antonio Kast y Gabriel Boric en Plaza Baquedano a Santiago de chilealias Plaza de la Dignidad, alias Plaza de laestallido la vida social de hace dos años y la repetición ritualista e inexorable de los tranques cada vez más débiles de los viernes. Pero fue el inevitable salario mínimo, entre un grupo de abanderados de Kast que buscan publicidad en el epicentro del contrincante y una “masa crítica” de ciclistas urbanos para Boric.

Fue la excepción que confirma la regla de una campaña electoral muy tensa en los medios, en las redes sociales, en los discursos y pensamientos de la gente, pero casi invisible en las calles. Y lo poco que se ve es siempre muy educado. Seguí iniciativas menores durante el fin de semana en la Región de Valparaíso. “Recomiendo, si alguien nos está gritando, fingir que no pasó nada y sonreír para dar las gracias”, dice el coordinador de la caminata corta. pascacalle para Boric en Concón con tambores y capoeira, que desemboca en un campo deportivo con discursos desde el escenario. Habrá un máximo de 80 participantes. “Me parece bien, hay que partir de expectativas bajas”, comenta Mark Sinclair, un chileno estadounidense que trabaja en la campaña.

Lo que dice, creo, es indicativo del estado de la campaña de Boric. “Yo no vengo de no hay fiesta, soy independiente de izquierda, para la primera vuelta no había hecho casi nada, ahora estoy trabajando duro. Claro, en el grupo de Whatsapp pasamos de 20 a 200… pero, al menos aquí en Concón, los militantes de los partidos de Boric no involucraron en la segunda vuelta a los de centro izquierda que también lo apoyan oficialmente. Y los jóvenes activistas, que también están ahí, están acostumbrados a expresarse, a pelear, pero no se ponen a hablar con extraños para convencerlos. No saben cómo hacerlo. ¿Has visto por ti mismo…”

Hablé con varios jóvenes que paseaban las tardes de sábado y domingo, de cara al mar y al sol, agradablemente tonificados por la brisa del sur, en las dunas de Concón o en el Muelle Barón de Valparaíso. Ven a Kast como un nazi, un fascista, lo contrario de sus valores, de su mundo, en el mejor de los casos lo ven como un astuto que no entiende la vida de hoy y solo explota los miedos. Pero no sueñan con hacer volantes o hacer otras acciones de propaganda. Su esperanza -o incluso su convicción- es que ante el peligro de tener a Kast presidente, los que habían votado “yo apruebo” en el referéndum acudan a las urnas para iniciar el proceso que conduzca a la nueva constitución y que esta vez no pasaron a la primera vuelta del 19 de noviembre (son muchos, pero no muchos…).

Hay que decir que también del otro lado, del lado de Kast, el compromiso militante no parece abundar. Mientras tanto, el circuito político-mediático, en la cuenta regresiva para la votación decisiva del próximo domingo, sigue aportando nuevas ideas. Kast intenta presentarse como feminista, luego de dar marcha atrás en la idea original de abolir el Ministerio de la Mujer y suavizar solo parcialmente su postura antiaborto. Levantó, incluso directamente en un cara a cara, acusaciones contra Boric de presunto acoso sexual realizadas hace una década. Boric respondió que no hay tarifas, solo chismes, sin juicio y, de hecho, amenazó con demandar a Kast. Quien se empantanó tratando de justificar su primitiva propuesta de instituir un nuevo tipo de estado de emergencia que el presidente podría declarar, autorizando la “prisión extrapenitenciaria”. Mientras tanto, el presidente in extremis Piñera dio lugar a un proyecto de ley que introdujo una pensión mínima financiada con impuestos para los pobres. Una medida con un vago sabor socialdemócrata, nueva para el llamado neoliberalismo chileno y por lo tanto bien recibida por todos. Para enfrentarlo realmente, es hora.

Alita Caraballo

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