(Adnkronos) – El desierto de Atacama se encuentra a 3000 metros sobre el nivel del mar. Un oasis de vegetación cerca del cauce de un río garantiza a las vides agua subterránea gracias al deshielo de la nieve andina. Las vides, en un paisaje árido y cálido, a 1500 km de la principal zona vitivinícola de Chile, se han adaptado a fuertes variaciones de temperatura – de noche es frío, de día las temperaturas son tropicales -, lo que permite a Chile producir vinos que le ha permitido acreditarse entre los diez primeros exportadores mundiales.
Como en el resto de América Latina, también en Chile fueron los conquistadores españoles quienes sentaron las bases de la viticultura. El fundador de la viticultura moderna fue en cambio Bertrand Silvestre Ochagavia Echazareta, quien reconoció los méritos del clima y del suelo según la lógica de la crianza viva. En 1851, fue el primero en importar variedades nobles de uva de Burdeos como Cabernet Sauvignon, Chardonnay y Merlot. Sin embargo, las regulaciones gubernamentales prohibitivas llevaron a una fase de estancamiento en la viticultura. Luego de que se levantara la veda en 1974, comenzó un nuevo período de floración para la viticultura chilena.
Cuatro mil kilómetros de largo por ciento cincuenta de ancho, con diferencias climáticas extremas, el Chile del Caluroso Desierto de Atacama no facilita ningún tipo de agricultura sin riego artificial. A 2475 metros sobre el nivel del mar con membrillos, peras e higos, Don Espindola cría Moscato y Pais, la primera variedad de uva que se cultivó y se utilizó principalmente para la elaboración de vinos de mesa. El viñedo más alto es en cambio Cecilia Cruz, de 67 años, e hileras de Pinot Noir y Syrah a 3600 metros sobre el nivel del mar. Ambos llevan la uva a la cooperativa Ayllu, que desde 2017 reúne a 18 pequeños productores de la región de San Pedro di Atacama. Tal y como especifica el artículo de La Revue du Vin De France, en 2021 la cooperativa recibió 16 quintales de uva, lo que permitió la producción de 12.000 botellas. En 2022 la cosecha -para Chile se da en marzo- fue de 20 quintales. Se esperan unas 15.000 botellas.
Estamos hablando de una producción muy pequeña (1%) en comparación con el conjunto chileno que, según datos de la Unione Italiana Vini y los publicados por el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) del gobierno de Chile en su Informe Ejecutivo Parcial 1 – La Producción de Vinos 2021, en 2021 fue de 9,9 millones de hectolitros (989.216.779 litros precisamente), cantidad que corresponde al -3,4% respecto a 2020. De este volumen, 7,72 millones de hectolitros corresponden a vinos con denominación de origen (78,1% del total) ; la cantidad restante se compone de 1,5 millones de hectolitros de vino sin denominación de origen (15,6% del total) y otros 630.000 hectolitros de zumo de uva de mesa.
Pero el Desierto de Atacama es un terroir verdaderamente único, como afirma Fabián Muñoz, un enólogo de 24 años que busca realzar el territorio a través de la producción de mezclas únicas. Para Muñoz, el vino “Ayllu” es una síntesis de desierto, rocas volcánicas y uvas jugosas. La piel, como nos cuenta Carolina Vicencio, también involucrada en una cooperativa, es más gruesa debido a la altitud y la menor presión atmosférica. Esto implica más taninos en la piel, pero también una buena dosis de sabor y mineralidad debido al suelo y al subsuelo.
El Malbec es una de las variedades de uva que mejor se ha adaptado al terroir chileno de Atacama. Samuel Varas, de 43 años, ha reemplazado toda su producción agrícola por hileras de Malbec. Protegidos por una importante sombra, los viñedos de Malbec, gracias también al aprovechamiento de la nieve andina que permitió a Samuel regar con el sistema de goteo, rápidamente duplicaron la producción permitiéndole entregar a la cooperativa con la última cosecha, 500 kg más de uva.
Adnkronos – Cosecha
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