Tanques en Chile, la hora de la represión

“Represión despiadada”: así son las noticias de Chile, publicadas en “La Gazzetta del Mezzogiorno” del 18 de septiembre de 1973. Ha pasado menos de una semana desde el golpe de Estado que derrocó violentamente a Salvador Allende, el primer presidente socialista de Chile, elegido democráticamente sólo tres años antes. En la portada del diario aparece la foto de la viuda del presidente chileno, quien obtuvo asilo político en México.

El 11 de septiembre de 1973, los tanques del general Augusto Pinochet cercaron La Moneda, el palacio presidencial, en Santiago. Los golpistas exigen la renuncia de Allende y el desalojo del edificio. A las exigencias de Pinochet, el socialista respondió con un trágico y memorable discurso: “No dimitiré. Pagaré la lealtad de las personas en mi vida”.

A las 13:45 los golpistas asaltan el edificio: Allende, que permaneció atrincherado en el edificio hasta el último minuto, finalmente se suicida. El poder lo asume una junta militar, presidida por el general Pinochet, que suspende la Constitución, disuelve el Congreso y prohíbe toda actividad política.

“Persisten nugles de resistencia en Chile, especialmente en los suburbios de Santiago, donde los trabajadores aún ocupan pequeñas fábricas”, se lee en La Gaceta. El reportero de The Associated Press, Robert Ohman, dijo que la junta militar gobernante, que bloqueó todas las fuentes de información, admitió que la resistencia armada continúa, pero restó importancia a los incidentes.
“Fuentes autorizadas aseguran que continúan los fusilamientos sumarios a todos aquellos que violen la “ley de hierro” impuesta por el cuadrunvirato dirigido por el general Augusto Pinochet. Las patrullas, que siguen patrullando día y noche en gran número las calles de Santiago, tienen órdenes de disparar a tiros en cuanto vean a cualquiera que realice una conducta sospechosa.

Chile vivirá bajo el violento régimen de Pinochet durante casi 17 años: se reprimirá sangrientamente toda forma de oposición y se implantará una política económica neoliberal, que derrotará los anteriores intentos de reforma del gobierno popular de Unidad.
“Es absolutamente imposible hacer un balance de esta sangrienta tragedia chilena, saber cuántas personas murieron. Así como no es posible aventurar una hipótesis sobre el número general de víctimas. La declaración del general Pinochet, hecha en una radio europea, según la cual los muertos no pasarían del centenar, hizo reír amargamente a los chilenos. Un balance que podría estar más cerca de la realidad habla de unos cinco mil muertos.

Jose Arcos

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