En la localidad chilena de Talca, el Año Nuevo no se celebra en casa, en restaurantes o en la plaza, sino en el cementerio. Descubramos los orígenes de esta curiosa costumbre
En lugar de reunirse en la plaza, en su casa o en un restaurante, los talcaños se congregaron la noche del 31 de diciembre en el cementerio municipal. Una costumbre bastante singular que en realidad tiene orígenes bastante recientes.
Fue en 1979 que la familia Opazo decidió celebrar el fin de año junto a un familiar que acababa de fallecer, un exfuncionario del cementerio. Pese a las prohibiciones, los Opazo se colaron en el Campo Santo para llegar a la tumba del familiar fallecido.
La noticia corrió rápidamente por todo el pueblo de Talca y cada vez más personas, con el tiempo, decidieron unirse a los Opazos, celebrando el Año Nuevo junto a los difuntos.
La costumbre ha ido arraigándose poco a poco, tanto que ya atrae a más de 5.000 personas, y desde 1998 está oficialmente autorizada por la Municipalidad. También este año, a las 23 horas, se abrirán las puertas del cementerio para todos aquellos que lo deseen.
Suele comenzar con una liturgia frente al cementerio, en presencia del alcalde y otras autoridades municipales, hasta que, al dar la medianoche, los participantes encienden velas en las tumbas florecidas, descorchan botellas de vino espumoso, escuchan música y bailar.
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FUENTES: infobae/la Nación/ojo
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