Contra este cambio hay muchos descontentos y grupos de presión, escribe el diario Il Fatto: parlamentarios de derechas que poseen o tienen negocios en escuelas, financiadores de institutos privados subvencionados, la Iglesia, propietaria de muchas escuelas y institutos, asociaciones de estudiantes y también muchas familias fomentadas por una campaña de terror, que temen el cierre de muchas instituciones o no les gusta mezclarse con las clases más pobres.

La reforma tiene tres puntos claves, que serán financiados con una inversión de $8.300 millones anuales, obtenidos gracias a la reforma tributaria recientemente aprobada:

prohibición de selección de estudiantes;

prohibición de cofinanciación por parte de las familias;

prohibición de lucro para las instituciones.

Actualmente, en el sistema educativo chileno, resultado en parte de la reforma implementada bajo la dictadura de Pinochet y los cambios realizados por los gobiernos de centro izquierda durante los últimos 20 años, coexisten tres tipos de instituciones.

Los colegios subvencionados representan el 50% de los establecimientos en Chile y son atendidos por las clases media y alta, mientras que los colegios municipales siempre han adolecido de falta de financiamiento y son atendidos por las clases más pobres.

Luego están los emblemáticos liceos municipales, de larga tradición y excelente calidad, pero de los que sólo hay 10 en todo el país (de ellos 8 en la capital) y de acceso selecto en función del mérito.

Otro punto afectado por la reforma es la prohibición de obtener beneficios a los establecimientos financiados por el Estado, que, inicialmente, bajo presión de las asociaciones de estudiantes, preveía prisión como sanción en caso de incumplimiento de la norma, que luego fue derogada por el Gobierno.

Sin embargo, para los estudiantes la reforma resulta demasiado blanda y no cambia realmente la situación, mientras los establecimientos subvencionados se quejan de que la mitad de las escuelas de Chile corren el riesgo de desaparecer. Finalmente, la mayoría de la gente no comprende el significado más profundo de la reforma.