Hoy celebramos el vigésimo aniversario del atentado a las Torres Gemelas de Nueva York, un acontecimiento que – también gracias a las imágenes televisivas en directo de la época – marcó profundamente la conciencia colectiva de muchas personas. Pero en América el 11 de septiembre también fue recordado por otro grave hecho, ocurrido en Chile en 1973. Ese día, miembros de las fuerzas armadas lanzaron un ataque contra casa de mentael palacio presidencial ocupado por Salvador Allendey encabezó un golpe de estado que estableció la sangrienta dictadura del general Augusto Pinochetque duró 17 años, hasta el 11 de marzo de 1990.
Salvador Allende fue elegido presidente en 1970. Su elección marcó un punto de inflexión en la historia política de América Latina, porque si bien muchos grupos de izquierda habían adoptado en ese momento la vía armada para enfrentar al Estado, convirtiéndose en guerrillas -bajo la influencia del Victoria cubana del Che Guevara y Fidel Castro, unos años antes: Allende se convirtió en el primer presidente socialista elegido democráticamente por el pueblo. Su plan era buscar un camino “chileno” y democrático hacia el socialismo, pero en el contexto bipolar de la Guerra Fría, esto también resultó en una radicalización de la derecha del país y una mayor polarización de la sociedad chilena.
El comandante general del ejército en ese momento era René Schneider, quien mantuvo la neutralidad política de las fuerzas armadas del país ante el triunfo de Allende. Schneider fue, sin embargo, asesinado el 25 de octubre de 1970, dejando el campo abierto a aquellos dentro del ejército que prefirieran optar por una línea intervencionista. Augusto Pinochet era hasta entonces considerado un militar impecable y apolítico, que sólo hasta las últimas semanas se incorporó a la facción golpista de las fuerzas militares. El propio Allende lo había nombrado comandante del ejército en agosto de 1973, en sustitución del general Carlos Prats, por considerarlo digno de confianza. Pero unas semanas después, el golpe cambió radicalmente la historia política y social del país. Allende fue asesinado, pero lamentablemente los crímenes no terminaron ahí. La dictadura provocó, durante sus 17 años de existencia, más de 40.000 víctimas, mientras que más de 30.000 personas fueron torturadas. Cifras confirmadas por las distintas comisiones de derechos humanos creadas para esclarecer la verdad y el alcance de estas violaciones durante este período, como la Comisión Valech.
Además del panorama de derechos humanos, la dictadura de Pinochet fue el marco para implementar políticas económicas que luego serían replicadas en casi todos los países de la región. El dicho “Los chicos de Chicago” Se trataba de economistas chilenos formados en la escuela neoclásica o neoliberal bajo la influencia de economistas eminentes como Milton Friedman. A su regreso a Chile, impulsaron políticas de privatización, liberalización y flexibilidad de la economía que facilitaron el crecimiento macroeconómico y posicionaron a Chile como uno de los países con mejor desempeño de América del Sur. Pero al mismo tiempo, la brecha entre ricos y pobres y la desigualdad se han ampliado en el país. Y el inevitable descontento, también porque durante toda la duración del régimen militar impuesto en Chile, los derechos civiles y políticos de la población estuvieron severamente limitados. Se censuraron los periódicos y la televisión y la actividad política en cualquier sector no vinculado a la dictadura fue interpretada como “extremista” y perseguida.
El Senado y los partidos políticos –incluso aquellos que apoyaron el golpe– fueron suspendidos, rompiendo una larga tradición democrática. Miles de chilenos han huido al exilio en otros países latinoamericanos, principalmente México o Europa. El largo proceso de democratización sólo terminó en 1988, cuando los chilenos votaron en un referéndum para poner fin a la dictadura y las elecciones de 1990, en las que resultó elegido. Patricio Alvin como nuevo Presidente de la República. Fue el final de una pesadilla.
La dictature de la « Junta Militar » a laissé de profondes cicatrices dans la société chilienne qui, plus de trente ans après sa fin, n’a toujours pas réussi à faire face à ce sombre passé, c’est le moins qu’on puisse decir. Pese a ello, hemos descubierto en los últimos días que la revuelta pacífica contra Pinochet y sus hombres también incluyó entre los protagonistas a un impresor de Verona, Tarcisio Benedetti. Nacido en San Pietro Incariano, Benedetti, gracias a algunos vínculos entre sindicatos chilenos e italianos, viajó a Chile donde creó una imprenta clandestina, “Alborada”, destinada a promover una prensa libre, no controlada por el régimen y que fue decisiva para despertar la conciencia colectiva del país, anestesiada por el miedo. El impresor, lamentablemente fallecido hace unos meses, contó la historia que le preocupaba desde 1987 en un libro publicado recientemente. Hablamos de esta historia con el autor en una de las conferencias. transmisión en vivo de “Viene a las 31” retransmitido este invierno.
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