Ayer, el Sernageomin, corresponsal en Chile de nuestro Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología, elevó el nivel de alerta de amarillo a naranja y restringió el acceso a la zona del volcán Lascar. De hecho, el aumento continuo de la actividad sísmica en la zona ha llevado a los expertos a plantear la hipótesis de la llegada de una erupción.
Lascar es un estratovolcán ubicado en los Andes chilenos en la frontera con Bolivia y es el volcán más activo de la región: la mayor erupción de Lascar de la era moderna ocurrió en abril de 1993, aunque hay rastros de erupciones que datan de hace más de 56.000 años. .
Afortunadamente, el área alrededor del volcán está casi completamente deshabitada: el pueblo más cercano está a 17 kilómetros y, en total, solo unos pocos miles de chilenos viven en un radio de 50 kilómetros. Sin embargo, la erupción de hace treinta años está bien grabada en la memoria de los habitantes: la explosión destruyó el cráter y se lanzaron auténticas “bombas” de lava incandescente a kilómetros de distancia. Además, la ceniza del volcán, impulsada por los vientos del oeste, fue llevada a Argentina y al Océano Atlántico, bloqueó el tráfico aéreo en Tucumán, con repercusión internacional, y llegó a Buenos Aires a 1.500 kilómetros de distancia.
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