Se cumple el milagro de la multiplicación de los pesos. A finales de mes, un trabajador chileno que se ganaba el pan sudando en un centro de carnes, jamones y embutidos tuvo que conformarse con una suma que en Italia corresponde a 500 euros. Pero el destino tenía para él otros hierros en el fuego: de repente, en su nombre, aparecieron 165 millones de pesos. La empresa cometió un gran error: le acreditó un salario 330 veces superior al suyo. Un número que habría ganado en 27 años. Y como la riqueza es ante todo autosuficiencia, el hombre decidió ser autosuficiente con lo que tenía (que tenía del cielo). Y dejar todo (excepto el dinero).
Pudo haber optado por la honestidad, devolviendo a la empresa la monstruosa suma que por error acabó en su cuenta. O. Eligió el segundo camino, la ruta de escape. Primero informó del error a la empresa prometiendo que invertiría el dinero para devolverlo. En cambio, fue a la sucursal de su banco y lo recogió, porque es mejor huir con los bolsillos llenos que con las cuentas por pagar. Envió una carta de renuncia apresurada, recogió sus cosas y desapareció en el aire. Ya no hay rastro de él. Ha sido denunciado por malversación de fondos y la policía lo busca por todas partes, pero sin éxito. Pero para alguien que ha trabajado con jamones toda su vida, no fue difícil dejar a todos en salami.
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