Tres millones de refugiados. Hambre. Delito. Disidentes en prisión. Todo el poder está en manos de uno. Esta es la Venezuela de Nicolás Maduro, ex chofer y heredero de Hugo Chávez que, en nombre de Simón Bolívar, tuvo que (con razón) redistribuir la riqueza de un país bendecido por la fortuna de sus pozos petroleros. Hay una fecha que marca un reciente punto de inflexión en la crisis y explica el “doble presidente”. 6 de diciembre de 2017: Elecciones parlamentarias. Por primera vez, las oposiciones aliadas a la Mesa de Unidad Democrática ganan después de 20 años de “chavismo”. Vota el 74% de los electores (sobre 32 millones de habitantes), los opositores al presidente obtienen dos tercios de los escaños. Quizás las últimas elecciones democráticas. ¿Y qué está haciendo Maduro? Acusa a sus enemigos de fraude, les quita el poder legislativo y prácticamente los borra.
Una nueva Asamblea
Con el pretexto de una nueva Constitución, eligió una Asamblea Constituyente. Todos los fieles, por supuesto. No reconocido, entre otros, por la UE y el Vaticano. A partir de ese momento, el líder del Partido Socialista Unido de Venezuela, Maduro, el mismo que en 2013 había acusado a Obama de haber envenenado a Chávez (que murió de cáncer), aceleró el establecimiento de una verdadera dictadura. Cada vez más represión, orgullo nacionalista, llamamientos al “soberanismo” y a la resistencia contra el imperialismo americano, hostilidad hacia los numerosos países sudamericanos que poco a poco se han ido alejando de Caracas: de Colombia a Argentina. La negación de la “diáspora” adquiere un tono ridículo, ya que la gran fuga de venezolanos que, para comprar pan y leche (cuando la encuentran) son llamados en los países hispanos, se ven obligados a esperar en largas colas y, al igual que los Los alemanes de Weimar se arman con montañas de billetes que ya no valen nada. ¿La diáspora? No, es sólo propaganda.
Las mentiras
“No hay ninguna crisis humanitaria en Venezuela”, afirmó la vicepresidenta Delcy Rodríguez. Y aquí están las últimas elecciones ridículas. Elecciones presidenciales de mayo de 2018. Maduro ilegaliza a los principales partidos que boicotean las consultas por este motivo: piden no acudir a las urnas. Y en realidad sólo el 46% de los que tienen derecho a decidir, el Presidente obtiene el 67% contra dos (¿falsos?) oponentes insignificantes. Asume el cargo el 10 de enero en un país militarizado. El resto está por llegar o está por suceder. Paradojas de la Historia. En la década de 1970, durante la era del Chile de Pinochet y otros regímenes dictatoriales, quienes vivían en Venezuela estaban orgullosos de ser una excepción en América del Sur. Hoy, la “Revolución Socialista Bolivariana” se parece cada vez más a los soldados de Santiago.
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