Con el tiempo, el rey Harald y la reina Sonja también conocieron a “Avuela”, “la abuela”, quien, a sus noventa años, es considerada la última de los nativos yaganes capaz de hablar correctamente su lengua ancestral. Así terminó la visita de Estado de los monarcas noruegos a Chile, en Tierra del Fuego, en Puerto Williams que presume de ser la ciudad más austral del mundo, entre sonrisas y bailes rituales.
Pero también protestas: los descendientes de los pescadores yagán, que, según la leyenda, viven bajo el cielo del Cabo de Hornos desde hace diez mil años, no quieren que sus aguas ricas en salmón se conviertan en establecimientos de acuicultura industrial, tal vez entregados en concesión por el gobierno chileno a un gigante extranjero. Temen que estas fábricas perturben su economía y su entorno natural, un verdadero santuario. Y como el primer productor mundial de salmón es Noruega, justo antes que Chile, los monarcas visitantes vieron venir hacia ellos esta procesión pacífica y estos fuertes carteles: “No somos terroristas, sino familias que protegen su propio mar”. Harald y Sonja, al llegar a Santiago acompañado de unos ochenta empresarios, se reunió con los manifestantes de Puerto Williams, escuchó sus argumentos y recibió una sentida carta del alcalde.
Y todo esto lo contó el mismo sitio. Familia real. También publicó una imagen del rey y la reina junto al profesor Alberto Terrano, director del museo local y su guía para la ocasión, además de abierto simpatizante de la causa yagán. “No podré asistir a la visita, me despidieron solo porque participé en algunas protestas pacíficas en mi tiempo libre”, dijo hace unos días. Evidentemente este no era el caso, o quizás se había solucionado un error. Antes de partir, el rey Harald dejó su mensaje a Yagán y otros chilenos: “Chile y Noruega son naciones que viven en el océano, viven de lo que pueden cosechar del mar. Nuestros países entienden la importancia de tratar sabiamente estos recursos vitales”. »
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