Hace cincuenta años, el 11 de septiembre, un golpe militar liderado por el general Augusto Pinochet conmocionó la historia de Chile. Hoy, el presidente chileno Gabriel Boric, el primer líder nacido después del golpe y el más progresista desde la restauración de la democracia, conmemorará el aniversario. durante un acto solemne, junto a sus homólogos de Argentina, Colombia, México y Uruguay. Aunque la democracia es ahora una realidad consolidada en Chile, el país sigue dividido en torno a la cuestión de la memoria y los cuerpos de 1.400 “desaparecidos” de la época de la dictadura nunca han sido encontrados.
Boric prometió establecer un “plan nacional de búsqueda” para descubrir la verdad sobre los desaparecidos. El 7 de septiembre convocó a sus antecesores, Sebastián Piñera, Michelle Bachelet y Eduardo Frei, a firmar un documento en el que se comprometían a dejar de lado “las diferencias legítimas” y a “cuidar y defender la democracia y respetar la Constitución” en ocasiones. del cumpleaños.
Sin embargo, el conservador Piñera ya hizo saber que no participará en los actos oficiales del lunes. Las autoridades también instaron a los ciudadanos a evitar viajar al centro de Santiago, ya que esto ayudaría a garantizar que las actividades se desarrollen pacíficamente. Quedarse en casa permite a la policía centrar sus recursos en las actividades de mayor prioridad y riesgo.
Hoy, el 70% de la población de Chile nació después del golpe. Según una encuesta reciente, el 70% de los chilenos cree que la conmemoración del quincuagésimo aniversario del golpe de Estado es “divisiva” y el 56,5% dice no estar “interesado” en el evento. El 52% tiene una opinión negativa del general Augusto Pinochet, mientras que el 32,6% justifica el golpe. El 43,5% lo condena y el 24% no hace ningún comentario. Para el 39,9%, la causa del golpe fue el presidente demócrata Salvador Allende, mientras que el 30,8% culpa a las fuerzas armadas y el 30,6% a la CIA.
La división sobre la memoria se inscribe en un clima de polarización política, con el gobierno de izquierda de Boric perdiendo el año pasado el referéndum sobre la reforma constitucional y con la extrema derecha de José Antonio Kast, cercana a los nostálgicos del Estado golpista que ganó las elecciones al Consejo Constitucional el pasado mes de mayo. En Chile el ambiente es “eléctrico”, comentó Boric en los últimos días, y el aniversario pone de relieve una vez más las dificultades de afrontar el pasado desde una perspectiva histórica común.
El golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 comenzó a las 6 de la mañana, cuando la armada chilena ocupó el puerto de Valparaíso. El entonces presidente socialista, Salvador Allende, fue informado y se dirigió al palacio presidencial de La Moneda, donde recibió un ultimátum de los militares ordenándole rendirse y abandonar el país.
Allende se negó y trató de defender el palacio con sus colaboradores. Sin embargo, los tanques del general Pinochet avanzan sobre la plaza y la fuerza aérea bombardea La Moneda. Allende pidió a todos sus ayudantes que abandonaran el palacio y grabó un discurso final a la nación. Según la versión más extendida, Allende se suicidó antes de la llegada de los golpistas. Así terminó el experimento político de la Unidad Popular, iniciado tres años antes.
En los 100 días posteriores al golpe, 1.823 personas fueron fusiladas en cuarteles y puestos militares cerca de Santiago. Los militares arrestaron a opositores, muchos de los cuales fueron encerrados en estadios, donde fueron torturados. Gracias a la embajada italiana, cientos de personas se salvaron, obteniendo asilo político y salvoconducto para viajar al extranjero.
El 14 de septiembre se disolvió el Parlamento y se suspendieron los partidos políticos. En junio del año siguiente, Pinochet fue nombrado “líder supremo de la Nación”. El 11 de septiembre de 1980, el régimen aprobó una nueva constitución que extendió el mandato de Pinochet por otros ocho años. Al final de este período, el 5 de octubre de 1988, el 55,4% de los chilenos rechazó en referéndum la propuesta de ampliar aún más su mandato.
El 14 de diciembre de 1989 el democristiano Patricio Aylwin ganó las elecciones y Chile retornó a la democracia. Sin embargo, Pinochet siguió siendo comandante en jefe del ejército hasta 1998, cuando fue nombrado senador vitalicio. A petición del juez español Baltasar Garzón, que investigaba a ciudadanos españoles desaparecidos en Chile, Pinochet fue puesto bajo arresto domiciliario en Gran Bretaña en 1998. Después de una larga batalla legal, fue repatriado en 2000 por razones de salud. En agosto de ese año, Pinochet fue despojado de su inmunidad, pero la Corte Suprema dictaminó posteriormente que el general padecía demencia senil y no era apto para ser juzgado.
Pinochet murió por causas naturales a la edad de 91 años el 10 de diciembre de 2006, pocos meses después de que la presidenta Bachelet asumiera el cargo. La noticia de su muerte desató diversas reacciones en el país, con miles de personas saliendo a las calles para celebrar o mostrar su luto. También se produjeron enfrentamientos con la policía, en los que varias personas resultaron heridas y detenidas. No hubo funeral de Estado, pero se celebró una ceremonia fúnebre acorde con su papel como ex comandante de las fuerzas armadas. Miles de personas asistieron o presentaron sus respetos a su cuerpo, que fue incinerado.
Según Amnistía Internacional, que pidió a Chile “mantener viva la memoria” con motivo de este aniversario, hay al menos 40.000 víctimas reconocidas de la dictadura. Durante los años de dictadura, entre 1973 y 1990, 3.216 personas fueron asesinadas o desaparecidas, pero en el 70% de los casos no hubo justicia, ni verdad, ni reparación.
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